Entré en mi habitación, y comencé de deshacer la maleta. Puse mi ropa en el armario, los libros en la estantería... en fin, me establecí. Le di las gracias a los murciélagos y les dije que podían quedarse el el tejado de la academia, y que no trataran de molestar a nadie. Me quité los zapatos y caminé un poco sobre el frío suelo de marmol, quería sentir que tipo de suelo era, me agradó. A continuación me tumbé en la cómoda cama de sábanas blancas, mirando al techo, cerrando los ojos. Suspiré.
Aah... Necesitaba un descanso.
Me dije a mí misma.
Sin darme cuenta me quedé dormida, me senté y coloqué mi mano izquierda en mi frente. Cerré los ojos durante unos segundos, despuén de desperecé y me puse en pie. Entonces, miré el reloj que colgaba de la pared. Ya era tarde y yo tenía cosas que hacer. Salí de la habitación y me encaminé a recorrer la academia.