Mis ojos se abrieron lentamente, todavía era de noche o eso parecía, podía ser la madrugada. Me levanté de mi cama para luego frotarme los ojos de cansancio, odiaba despertarme a esa hora y esta vez el causante fue mi garganta seca.
Empece a caminar hacia la cocina para servirme un vaso de agua o lo que haya, no hacía frío. Podía haber un poco de corriente pero nada más, cuando me fui a acostar hacia mucho calor, al menos para mi. Por eso me había puesto mi pijama de verano, un short a cuadros violetas y blancos con una musculosa blanca con un dibujo de un corazón roto en el centro. Cuando llegase a mi habitación me pondría un pantalón de pijama.
Al terminar de tomar el agua (si, ya había llegado a la cocina y me había servido un vaso de agua) salí de la cocina y empecé a caminar por los pasillos hacia mi habitación, pero escuche un grito. Provenía del segundo piso, allí estaban los cuartos de los chicos. Algo había pasado.
Sin pensarlo dos veces subí las escaleras rápidamente hasta el segundo piso, al llegar empecé a caminar sintiendo las vibraciones que aun se encontraban para saber de donde había provenido el grito (soy una bruja, lo puedo hacer).
Al saberlo, abrí la puerta sin tocar. Entontre a Inuki temblando de frío en su cama, me acerque a él esperando que estace bien.
-Inuki, ¿estás bien? ¿Qué te sucede?-preguntando esto último, esperando a que lo supiera. Me daba algo de miedo que estuviese temblando así, había corrientes de aire que te podían poner la piel de gallina pero no así. Era obvio que algo le sucedia.